martes, 24 de noviembre de 2015

Entre la sátira y la parodia...



Hablar de humor es hablar de lengua pervertida. Por ello trataremos, en una serie de posts, de ciertos géneros discursivos en los que el humor tiene una especial relevancia.
El primer género que trataremos, será la parodia o sátira, no sin antes ofrecer un breve resumen de lo que es la parodia y su diferencia principal con la sátira. Para ello seguiremos a Hutcheon. Tanto la sátira como la parodia se distancian del objeto que quieren representar para poder realizar la crítica. Este distanciamiento se consigue cambiando el objeto de la crítica de contexto discursivo y ahí es donde se reproduce la forma, modificada, de dicho objeto.
Por otra parte, la principal diferencia que encontraremos consistirá en el realce de los defectos de lo satirizado a través de la burla, muchas veces hiriente y ridiculizante que se da en la sátira, frente a un grado más elevado de sofisticación de la parodia (de hecho, puede haber parodia sin burla). Destaca Hutcheon también la intención de denuncia de la sátira, ve en ella la pretensión de poner de relieve los defectos del objeto mediante la burla. Esta burla, conllevará cierta pretensión moral, algo que no será tan obvio en la parodia. Por lo tanto, si bien una y otra son muy similares en sus mecanismos formales (y podríamos considerar la sátira como una parodia exagerada negativamente), hemos de tener en cuenta que se diferenciarán por esa carga de valor moral buscado intencionadamente en la sátira.
Rossen-Knill y Henry, considerarán sátira y parodia como actos de habla y establecerán ciertos rasgos básicos para identificarlas. Será importante la representación verbal intencional del objeto de la parodia, así como la intención del hablante de traer a la mente del oyente el recuerdo del objeto parodiado, para producir la risa al sacarlo de su contexto natural o real. De lo anterior se desprenderá el acto crítico, al reproducir burlescamente un discurso en un contexto que no es el suyo, el oyente percibirá esa ridiculización, generando todo un acto cómico.
A continuación, analizaremos el siguiente vídeo en el que Joaquín Reyes parodia o satiriza (lo sabremos al final) al piloto Valentino Rossi.
Empecemos pues, el análisis:
El sátiro: Joaquín Reyes, el productor del discurso.
El destinatario: todo aquel oyente de la sátira.
El satirizado: Valentino Rossi.
Contextualicemos al personaje satirizado y su acción. Valentino Rossi, piloto de motos, dio una patada a otro durante la carrera, tirándolo al suelo. Este acto generó debate, pues él niega haberlo hecho o, al menos, intencionadamente. En el campo del deporte, está considerada bien vista la competitividad sana, sin dañar al contrario y valiéndose de recursos propios y lícitos en cuanto a la normativa de la competición. Esto es lo socialmente aceptado. Pues bien, es de este contexto desde donde Joaquín Reyes extrae a Rossi para satirizarlo y censurar su comportamiento. Veamos cómo lo hace.
En un primer momento, parecerá que estamos en una entrevista y Joaquín Reyes marcará que está imitando a Rossi mediante el uso de una voz algo más nasal que la suya. También al comienzo, inserta algunas palabras italianas o más bien, emplea palabras del castellano con terminaciones que reconocemos como italianas, así como la entonación típica. Estamos asistiendo poco a poco a un acercamiento formal. Recoge su voz, su discurso, pero rompe todos los esquemas esperados al decir algo que no es aceptado socialmente.
Desde la voz de Rossi dice que se enorgullece de haberle dado la patada, que lo volvería a hacer y que le tendría que haber dado más fuerte. Se jacta de su actitud. Joaquín Reyes está exagerando la actitud prepotente de Rossi, está violentándola y alejándola del contexto de deportividad en el que tendría que darse realmente. Es ahí, donde reconocemos la crítica y la burla, la ridiculización de una actitud que es censurable desde nuestra perspectiva. Como oyentes, percibimos esa ridiculización y observamos que, tras ella, lo que se esconde es realmente una crítica a la acción de Rossi y más aún, ante su posterior respuesta a los medios.
¿Sátira o parodia? Un buen lector se habrá percatado de que nos hemos decantado por la opción de calificar este discurso como una sátira. La principal razón es que observamos cierta intención de realizar un juicio moral, de censurar esa acción o respuesta y, mostrando todos los defectos, exagerándolos y extremándolos, se pretende denunciar este comportamiento.



Cristian Buenosvinos

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